En esta oportunidad, deseo aportar un muy interesante comentario, de un libro más interesante aun, realizado por un muy querido amigo, llamado Rogelio Rodriguez, a quien deseo mucha salud, fuerza y unión con los suyos. Este libro es de autoría del importante astrónomo Carl Sagan, y se intitula "Los dragones del Edén". Una vez finalizado el comentario de Rogelio Rodriguez, haré mi aporte personal sobre el particular, espero les sirva para detenerse un momento y reflexionar sobre si vale la pena afligirnos y atribularnos por cosas que en realidad no lo merecen.
ARROGANCIA SIN FUNDAMENTO.
Dice Sagan: "Para expresar la cronología cósmica, nada más sugerente que comprimir los quince mil millones de años de vida que se asignan al universo (o por lo menos, a su conformación actual desde que acaeciera el Big Bang) al intervalo de un solo año. Si tal hacemos, cada mil millones de años de la historia terrestre equivaldrían a unos 24 días de este hipotético año cósmico, y un segundo del mismo correspondería a 475 revoluciones efectivas de la tierra alrededor del sol".
En esta imagen, el Big Bang (la "gran explosión inicial) ocurre el 1 de enero; el origen de la galaxia de la Vía Lactea, el 1 de mayo; el origen del sistema solar, el 9 de septiembre; la formación de la Tierra, el 14 de septiembre; el origen de la vida en la tierra, aproximadamente el 25 de septiembre; la formación de las rocas más antiguas conocidas, el 2 de octubre; la época de los fósiles más antiguos, el 9 de octubre. Los dinosaurios hacen su aparición en Nochebuena.
En toda esta evolución, el ser humano no hace acto de presencia hasta las 22:30 horas de la víspera del año nuevo. La historia escrita ocupa los últimos 10 segundos del 31 de diciembre, y el espacio transcurrido desde el ocaso de la Edad Media hasta la época en que vivimos es poco más de un segundo.
¿No es para pensarlo larga y profundamente? A la vista de lo casi nada que somos los seres humanos en un mundo antiquísimo, no queda más que reconocer que debemos inclinarnos por la humildad. ¡Qué ridicula resulta nuestra soberbia manifestada cuando nos dedicamos a acumular bienes materiales, descuidando la relación con nuestros seres queridos; cuando ávidos de dominar y conseguir poder, despreciamos y pisoteamos a nuestros semejantes; cuando nos dejamos vencer por los prejuicios y rechazamos a quienes tienen otra manera de comportarse; cuando nos creemos poseedores de la verdad absoluta y no toleramos a quienes piensan de modo diferente; cuando por ganar dinero destruimos el mundo sin tomar en cuenta que nos fue dado en préstamo por nuestros descendientes; cuando predicando falsos absolutos e idolatrando dioses por nosotros mismos inventados, decretamos identidades impuras y nos dedicamos a la caza de brujas; cuando nos convertimos en señores de la guerra y abrimos las puertas al terror, la violencia y el fanatismo!
El calendario cósmico de Sagan nos enseña que no hay fundamento para nuestra arrogancia. Es hora de preocuparnos de veras por como estamos haciendo las cosas.
Mi pequeño aporte: si es posible agregar algo al claro análisis expuesto anteriormente, es que debemos tener conciencia de que todos hemos sido puestos en el mundo con la finalidad de ser félices. Lamentablemente, y debido a nuestros propios defectos, muy pocos son los que dejan este mundo con una sonrisa en sus labios. La codicia, la ambición, el egoismo, el individualismo, la intolerancia, entre otros, han contribuído a que no se logre ese fin último de la existencia humana. Por ello es bueno detenerse un momento en el trajín del diario vivir, y de nuestra propia intrascendencia en la historia del universo, comprender que nuestras amarguras, nuestros problemas, que parecen todos terribles y sin salida, en realidad no significan nada. Debemos buscar la plenitud en todos esos pequeños triunfos que cada día obtenemos, y que no vemos por estar demasiado preocupados. Es necesario comprender que nada es tan importante como para hacer que esta existencia, única e irrepetible, chispazo de luz entre dos eternidades, sea miserable.
La promesa de una vida futura es un placebo para soslayar nuestras miserias y desgracias. Nuestra vida es hoy y ahora, luchemos por hacerla mejor, para nosotros y quienes nos rodean. Que la misericordia y la justicia guien nuestros pasos, pues no hay más rector que ello. No hay un ser en una nube diciendo qué debes hacer, ni amenazandote con eternos y absurdos castigos de fuego. Somos dueños de nuestra existencia, dejemos de luchar por lo que no tiene sentido, miremonos a la cara, y tratemos de ser cada día un poco más felices, nosotros y los demás. De esa manera lograremos que nuestra insignificante presencia en la linea de tiempo de la historia del universo, tenga sentido, trascendencia y razón
ARROGANCIA SIN FUNDAMENTO.
Dice Sagan: "Para expresar la cronología cósmica, nada más sugerente que comprimir los quince mil millones de años de vida que se asignan al universo (o por lo menos, a su conformación actual desde que acaeciera el Big Bang) al intervalo de un solo año. Si tal hacemos, cada mil millones de años de la historia terrestre equivaldrían a unos 24 días de este hipotético año cósmico, y un segundo del mismo correspondería a 475 revoluciones efectivas de la tierra alrededor del sol".
En esta imagen, el Big Bang (la "gran explosión inicial) ocurre el 1 de enero; el origen de la galaxia de la Vía Lactea, el 1 de mayo; el origen del sistema solar, el 9 de septiembre; la formación de la Tierra, el 14 de septiembre; el origen de la vida en la tierra, aproximadamente el 25 de septiembre; la formación de las rocas más antiguas conocidas, el 2 de octubre; la época de los fósiles más antiguos, el 9 de octubre. Los dinosaurios hacen su aparición en Nochebuena.
En toda esta evolución, el ser humano no hace acto de presencia hasta las 22:30 horas de la víspera del año nuevo. La historia escrita ocupa los últimos 10 segundos del 31 de diciembre, y el espacio transcurrido desde el ocaso de la Edad Media hasta la época en que vivimos es poco más de un segundo.
¿No es para pensarlo larga y profundamente? A la vista de lo casi nada que somos los seres humanos en un mundo antiquísimo, no queda más que reconocer que debemos inclinarnos por la humildad. ¡Qué ridicula resulta nuestra soberbia manifestada cuando nos dedicamos a acumular bienes materiales, descuidando la relación con nuestros seres queridos; cuando ávidos de dominar y conseguir poder, despreciamos y pisoteamos a nuestros semejantes; cuando nos dejamos vencer por los prejuicios y rechazamos a quienes tienen otra manera de comportarse; cuando nos creemos poseedores de la verdad absoluta y no toleramos a quienes piensan de modo diferente; cuando por ganar dinero destruimos el mundo sin tomar en cuenta que nos fue dado en préstamo por nuestros descendientes; cuando predicando falsos absolutos e idolatrando dioses por nosotros mismos inventados, decretamos identidades impuras y nos dedicamos a la caza de brujas; cuando nos convertimos en señores de la guerra y abrimos las puertas al terror, la violencia y el fanatismo!
El calendario cósmico de Sagan nos enseña que no hay fundamento para nuestra arrogancia. Es hora de preocuparnos de veras por como estamos haciendo las cosas.
Mi pequeño aporte: si es posible agregar algo al claro análisis expuesto anteriormente, es que debemos tener conciencia de que todos hemos sido puestos en el mundo con la finalidad de ser félices. Lamentablemente, y debido a nuestros propios defectos, muy pocos son los que dejan este mundo con una sonrisa en sus labios. La codicia, la ambición, el egoismo, el individualismo, la intolerancia, entre otros, han contribuído a que no se logre ese fin último de la existencia humana. Por ello es bueno detenerse un momento en el trajín del diario vivir, y de nuestra propia intrascendencia en la historia del universo, comprender que nuestras amarguras, nuestros problemas, que parecen todos terribles y sin salida, en realidad no significan nada. Debemos buscar la plenitud en todos esos pequeños triunfos que cada día obtenemos, y que no vemos por estar demasiado preocupados. Es necesario comprender que nada es tan importante como para hacer que esta existencia, única e irrepetible, chispazo de luz entre dos eternidades, sea miserable.
La promesa de una vida futura es un placebo para soslayar nuestras miserias y desgracias. Nuestra vida es hoy y ahora, luchemos por hacerla mejor, para nosotros y quienes nos rodean. Que la misericordia y la justicia guien nuestros pasos, pues no hay más rector que ello. No hay un ser en una nube diciendo qué debes hacer, ni amenazandote con eternos y absurdos castigos de fuego. Somos dueños de nuestra existencia, dejemos de luchar por lo que no tiene sentido, miremonos a la cara, y tratemos de ser cada día un poco más felices, nosotros y los demás. De esa manera lograremos que nuestra insignificante presencia en la linea de tiempo de la historia del universo, tenga sentido, trascendencia y razón