Creo poderosamente en el valor simbólico de ciertas cosas. Una de ellas son las fechas. Una fecha en especial puede ser un inmejorable momento para hacer ciertos cambios en la vida. Está bien, cualquiera podría decir: hey, no se requiere de una circunstancia externa para realizar un cambio, basta solamente la intención de hacerlo. Para quien así lo crea, estimo que tiene razón, no soy quien para contradecirle. Pero por mi parte creo que al cambio, que es una situación de fondo, debe acompañar una cierta ritualidad externa. Por ello estimo que el cumplir 30 años es un momento interesante para plantearse frente a la vida, y hacer una evaluación de aquello que se está haciendo bien, y por sobre todo, lo que se está haciendo mal, para así corregirlo.
Y en mi caso, es un gran momento para agradecer por todas las cosas maravillosas que he obtenido en la vida, para ver todos los momentos malos y aprender de ellos, sacando enseñanzas y fortalezas. Y del mismo modo, es un gran momento para mirar hacia adelante y seguir en la senda de dar sentido a la existencia, por medio de la incesante búsqueda de la felicidad, tanto la propia como la ajena.
jueves, 9 de julio de 2009
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