411 Diputados turcos, de un total de 550, aprobaron una reforma constitucional que por primera vez desde hace más de 20 años permitirá que las mujeres utilicen el velo islámico al asistir a la Universidad. Esta decisión no ha dejado indiferente a la opinión pública turca, ya que más allá de la aplastante victoria legislativa, existen en las calles grupos descontentos debido a la medida adoptada. Y es así como miles de turcos se volcaron a las calles a protestar por aquello que consideran como un retroceso en la separación de Religión y Estado, y también contra lo que temen sea el primer paso hacia la "islamización" del Estado turco, lo que les lleva a temer, de acuerdo con las palabras de un diputado disidente,"el convertir a Turquía en Afganistán", ello en alusión al carácter teocratico del invadido e intervenido Estado afgano.
Es necesario ser muy cuidadoso a la hora de opinar sobre los eventos que se viven en realidades que son muy distintas a la nuestra, y que se encuentran rodeados por un entorno distinto al nuestro. En Turquía el Islam no tiene el poder político de que goza en Afganistán o Irán. Y es muy probable que sí aspire a tenerlo. Por ello es que quienes aprecian el valor del laicismo en el Estado se opongan a un régimen que impone el Islam a sangre y fuego. Sin embargo ¿es lícito imponer el laicismo? Y al imponerlo ¿no se está incurriendo en el mismo vicio y defecto que tanto se saca en cara al dogma religioso? Estimo que es comprensible y respetable la reacción de los opositores turcos, ya que el temor de dejar de ser ciudadanos y pasar a ser subditos (como en una teocracia) es grande. No obstante ello, también es lícito que quien profesa una creencia pueda desarrollarla sin temor a ser perseguido o afrentado por ello, y esta reforma legal turca "autoriza" el uso del velo, no lo "impone".
No obstante lo anterior, un gran problema radica en la mirada occidental que damos a la realidad de aquellas naciones, ya que en un discurso muy políticamente correcto podemos decir -como en el párrafo anterior- que el uso del velo responde a una necesidad de conciencia del individuo, que es una manifestación pacífica de una creencia que en nada afecta ni a los demás ni a quien lo porta. Sin embargo, sabido es que en el Islam el valor que tiene la mujer tiende a cero, por lo tanto, cuál sería nuestra reacción si, en lugar de estar frente a una discusión sobre la aceptación del velo nos encontraramos frente a otras prácticas de las naciones musulmanas exaltadas, como los matrimonios forzosos, en que sin ningún reparo puede casarse una niña de 14 años con un hombre de 50, evidentemente en contra de su voluntad; la poligamia; o la muerte a pedradas de una mujer por el delito de adulterio. Sin duda nuestra reacción sería otra. Pero, ¿por qué habría de ser distinta si todas responden a la misma creencia? fácil, porque de acuerdo a nuestra mirada occidental, lo del velo es aceptable, lo demás no.
Volvemos entonces al principio de estas ideas. ¿Es lícita la licencia estatal para manifestar una creencia que en ciertas manifestaciones atenta contra lo mas esencial de la dignidad de los individuos, sobre todo en el caso de la mujer? Es un tema muy delicado, y si se comparte la idea de que determinadas decisiones marcan tendencias, sería lamentable que una nación caiga en la pérdida de sus derechos cíviles y políticos, individuales y colectivos, por la imposición de un sistema teocrático de gobierno.
Lejos del extremo defectuoso de la teocracia, y del extremo defectuoso del laicismo ciego, se encuentra la tolerancia y la inclusión de todas las ideas. Ser tolerante no significa no tener convicción sobre las propias ideas. Es tenerla y aceptar que otros puedan tener las propias, las cuales pueden ser idénticas, independientes o totalmente contrarias a las nuestras.
Aprovechando esta situación de Turquía, tan lejana quizás para nuestros occidentales pensamientos, quisiera hacer una reflexión que da cuenta de que tal realidad no es tan lejana como podría creerse. Todos, con mayor o menor detalle, recordamos que en nuestras clases de historia se nos enseñó que en 1925 se produjo en Chile la separación entre la Iglesia y el Estado. Y que ello fue producto de una serie de medidas tendientes a la laicización del Estado chileno: ley de matrimonio civil, ley de cementerios laicos, entre otras. en síntesis, para todos la separación Iglesia-Estado en Chile es un hecho indiscutible. ¿Por qué entonces las escuelas públicas y liceos municipales tienen entre sus asignaturas a la religión? Dada la libertad de enseñanza que existe en nuestro país, es perfectamente legítimo que una entidad religiosa o particular forme establecimientos educacionales con una orientación religiosa. Y es aun más legítimo que los padres decidan educar a sus hijos en un colegio de orientación religiosa. Pero un Estado laico, pluralista y tolerante ¿por qué debe sostener clases de religión? Podría decirse: porque es necesaria además de la formación intelectual, la formación espiritual y valórica de los estudiantes desde temprana edad. A eso yo contrapregunto ¿y por qué las clases de religión son de religión Católica? Eso a mi juicio discrimina descarnadamente a las demás confesiones religiosas ¿Por qué el Estado chileno se casa con una determinada confesión religiosa, si hay muchas otras que se disputan el mundo de los creyentes?
Es necesaria en nuestras escuelas y liceos la formación valórica y espiritual, de ello no cabe duda. Pero sin duda que es necesario buscar preceptos de una moral universal, aplicable a todo individuo sin relacionarlo con una determinada confesión religiosa. Es necesario hacer patente que la virtud o la moral no son un patrimonio exclusivo de las religiones. Existen virtudes y valores humanistas, propios de nuestra naturaleza, que no obedecen a confesión ni ideología determinada. Ello es lo que llamo una moral laica.
Me aparté un poco del ejemplo turco, y me vine sin más a Chile. Pero no fue gratuito, sino para dejar patente que realidades que pueden parecernos lejanas, en realidad no lo son tanto.
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